José Nelson Mármol*
“Sin la opción preferencial por los más pobres, «el anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete cada día»” (Papa Francisco, en Evangelii Gaudium 199)
No resulta fácil responder en pocas líneas la pregunta ¿Qué Ecuador queremos?, propuesta por el Consejo Ecuatoriano de Laicos Católicos, CELCA, en una interesante, como necesaria reflexión, con miras a las elecciones presidenciales de 2021. No obstante, la pregunta nos convoca a que cada uno de nosotros intentemos responder, desde el espacio en que actúa, y nos desafía a construir o a colaborar para alcanzar esa gran utopía de lograr un país fraterno, solidario, en justicia y dignidad.
Y es bueno que esta iniciativa de pensar el país que queremos sea promovida por los laicos, porque ello es parte de su misión. El papa Francisco, en su primera encíclica, nos recuerda que “la vocación y la misión propia de los fieles laicos es la transformación de las distintas realidades terrenas para que toda actividad humana sea transformada por el Evangelio” (Evangelii Gaudium 201) y bien se sabe que no se puede transformar la realidad sin que antes se realice un ineludible ejercicio de analizar la realidad para buscar colectivamente las mejores respuestas y soluciones a los problemas que sufre nuestro país.
Ese gran profeta de nuestra tierra, y que fue uno de los Padres de nuestra Iglesia latinoamericana, Monseñor Leonidas Proaño, ya nos decía que “En Ecuador, como en otros países de América Latina, hay necesidad de realizar profundos cambios en las estructuras económico-sociales” (Monseñor Leonidas Proaño, en su programa radial Hoy y Mañana, 28 abril 1972) y fue él, quien a través de la metodología del Ver, Juzgar y Actuar nos ayudaba a analizar la realidad para construir juntos el futuro deseado y la transformación de nuestros pueblos.
Releyendo un fragmento del Informe presentado por Monseñor
Proaño el 7 de marzo de 1983 en la reunión ordinaria del CELAM, a la que
asistió en delegación del episcopado ecuatoriano, encontramos un análisis de la
realidad de entonces, pero que bien pudiera reflejar a la realidad presente,
talvez algo parecido a lo que vivió el país en octubre del año pasado y que en
parte lo vamos viviendo en estos mismos días: “En los últimos años se ha producido
un grave encarecimiento de la vida, lo cual ha sido causa de disturbios,
huelgas, paros y manifestaciones de protesta de diversa índole. La Policía, al tratar de reprimir
manifestaciones populares, ha causado algunas muertes. Los más afectados por la carestía de la vida
son los subocupados y desocupados, que pueden sumar un millón y medio de
personas. De esta situación tratan de
aprovecharse los políticos que aspiran a la captación del poder por cualquier
medio…” (Monseñor Proaño-marzo 1983) (el resaltado es del autor del artículo)
Esa, claro, era la realidad hace casi ya 40 años. Pero bien podríamos preguntarnos ¿qué ha cambiado hasta nuestros días? Ahora mismo nos encontramos frente a un proceso electoral en marcha que nos conducirá a que en febrero de 2021 elijamos a nuestros futuros gobernantes, y en este momento, esa palabra de Monseñor Proaño, que nos recordaba la actitud de los políticos que por cualquier medio quieren aprovecharse para alcanzar el poder, calza exactamente a lo que hoy estamos presenciando.
Todos hemos sido testigos que quienes han llegado al poder, quienes nos han gobernado, no lo han hecho para responder a las más caras aspiraciones de los ecuatorianos, sino para aprovecharse de la riqueza del país, para llenar sus bolsillos, a costa de mantener y agravar la realidad de pobreza, de desatención de la gran mayoría.
De hecho, durante estos últimos años, los ecuatorianos hemos sido testigos de la más grande corrupción, que no solo ha endeudado y sobre endeudado a nuestro país, sino que ha matado de hambre a miles de hermanos nuestros, sobre todo en este tiempo de emergencia sanitaria, a través de los sobreprecios escandalosos en la adquisición de fármacos e insumos médicos y sanitarios.
El VER nos dice que estamos frente a esa realidad de corrupción, de robo, sobornos, coimas, sobreprecios.
En el JUZGAR debemos analizar y juzgar esa realidad. ¿Por qué llegamos a esta realidad? Una respuesta sencilla nos podría decir porque elegimos mal, porque los representantes a quienes elegimos desvirtuaron, pisotearon los valores de justicia social, de dignidad, de solidaridad, porque talvez perdieron en el camino, si alguna vez lo tuvieron, el principal valor de la ética y solo se preocuparon por saciar su hambre de riqueza.
Siguiendo la metodología del Ver, Juzgar y Actuar nos corresponde ACTUAR y buscar y definir propuestas de acción para cambiar esta realidad. Nuestros obispos, en un comunicado de mayo de 2019 ya nos recordaban que “La crisis económica reclama una política más clara y decidida a favor de la inversión productiva y de la creación de empleo”. Y el papa Francisco nos dice “¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos” (Evangelii Gaudium 205).
Las elecciones que están en camino serán decisivas para intentar cambiar esta realidad de injusticia. Debemos elegir bien. No volvernos a equivocar en promesas mesiánicas de advenedizos que pretenden volver al poder, después de habernos hundido en la más grave crisis económica que recordemos muchos de nosotros. La decisión está en nuestras manos.
*Comunicador
ecuatoriano, expresidente de SIGNIS Ecuador, exvicepresidente de la
Organización Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación.
Artículo escrito a partir de la exposición del autor en la conferencia virtual organizada por el Consejo Ecuatoriano de Laicos Católicos, CELCA, y que también fue publicado en la revista digital de CELCA, de octubre de 2020.