"Aunque al inicio estuve nervioso, luego comprendí que era un encargo de Dios y yo no quiero hacer nada sino lo que Dios quiera".
Con estas palabras, el arzobispo de Quito, Monseñor Fausto
Trávez, describió lo que sintió al haber sido elegido como presidente de la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana. Durante un breve receso de la
Asamblea Plenaria del episcopado, que se cumple en la Casa de Formación y
de Retiros Bethania, en el Valle de los Chillos, acepta dialogar
brevemente sobre los retos y desafíos que deberá cumplir como presidente del
episcopado.