viernes, 7 de agosto de 2009

El omnipotente, omnisciente y omnipresente Correa: Una respuesta desde mi convicción de fe


Estimada Miryam:
No sé si esta respuesta mía puedas llegar a leerla.  Sin embargo siento la necesidad de expresar algunas palabras que me ha suscitado la lectura interesante de tu artículo fresco y cuestionador (para quienes se interesen por esa lectura podrán encontrarlo al final de este texto).
 No sé si me recuerdes.  Pero eso no tiene importancia.  Debes saber que ante todo soy un cristiano que pretendo vivir mi fe también como una rica herencia familiar, pero que ha ido creciendo e ilustrándose en el día a día, con lecturas no solo doctrinarias o teológicas, sino, sobre todo, interesándome por vivir el Evangelio de la solidaridad, la justicia, la libertad, la paz; por procurar ser constructor, desde mis flaquezas y debilidades, de la sociedad en la que todos seamos iguales; por construir con mis pequeñas acciones, actitudes y compromisos el Reino de Dios en esta tierra en que vivimos.  Soy de los que creemos que la vida digna para todos y todas o la búsqueda del bien común de que habla nuestra doctrina social de la Iglesia, está reflejada en la nueva constitución que nos cobija a todos y todas
 Tuve la suerte de conocer a Monseñor Proaño, y soy admirador de su vida y obra.  Soy de los cristianos que creemos que sí, en nuestra Iglesia, hacen falta cristianos comprometidos a dar hasta la vida, como un monseñor Oscar Arnulfo Romero.  Yo mismo, a pesar de mi pobre compromiso, creo estar muy lejos de lo que estos grandes profetas de la liberación y la justicia de nuestros pueblos hicieron y nos dejaron su ejemplo.  Pero ya ves, qué dificil es vivir el Evangelio en toda su dimensión.  No pretendo ahondar en otras referencias, porque sé que tú conocerás también quien fue Dom Helder Cámara, Monseñor Enrique Angelelli, Monseñor Gerardi, por citarte solo algunos de los que para nuestra generación pueden resultarnos conocidos.
 Ahora mismo estamos celebrando el bicentenario del Primer grito de la independencia, y es de justicia tener presente que entre esos precursores de la libertad estuvieron también sacerdotes y obispos; y si queremos ir más atrás, nadie podrá negar el rol que cumplió Fray Bartolomé de las Casas, en fin.  Como ves, querida Myrian, la historia no solo tiene páginas oscuras, y la religión y las misiones no es que hayan destruido la nacionalidad (nacionalidades?).
 De ninguna manera pretendo desconocer que los inicios de la evangelización en nuestro continente tuvo sus páginas por las que el recordado Papa Juan Pablo II ya pidió perdón; pero de ahí a desconocer que la Iglesia ha sido la gran defensora de los derechos, sobre todo de los más débiles y excluidos, me parece una injusticia.  Hay que acercarse a los grandes documentos del magisterio latinoamericano, como Medellín, Puebla, y últimanente Aparecida, para ver que la Iglesia sigue preocupada de los grandes problemas sociales que azotan a nuestros pueblos.  Has reparado, querida Myrian cuánto ha hecho nuestra iglesia para procurar acortar esa brecha escandalosa entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen nada?.
 Es preciso saber cuánto han hecho misioneros por rescatar y preservar la cultura de nuestros pueblos indígenas de la amazonía.  No voy a abundar en nombres.  Sabes quien fue monseñor Alejandro Labaka?, la hermana Inés Arango?; conoces los aportes del padre Cabodevilla?, Padre Juan Botasso? Sabes cuál ha sido el aporte de las misiones a la educación y defensa de las culturas originarias de nuestros pueblos de la amazonía?
 La fe no se la impone con la espada, como pudo haber sido en una época de los inicios de la evangelización.  Vivimos, gracias a Dios, en un país en donde se puede ejercer con libertad el derecho a creer o no creer en Dios, y quienes queremos vivir nuestro cristianismo dando testimonio con nuestras pequeñas acciones y actitudes, somos libres de compartir nuestra fe con quienes quieran escucharnos o acompañarnos, sin ninguna imposición.
 Soy también crítico de nuestro presidente, pero de ninguna manera puedo dejar de reconocer sus esfuerzos por construir una sociedad más justa y solidaria; por distribuir de manera más equitativa la enorme riqueza de nuestro pueblo.  Creo que no es perfecto, pues tiene sus errores, pero de ahí a cuestionar un decreto que lo que hace es aportar para que las misiones sigan ofreciendo su esfuerzo para la educación, la cultura, la promoción humana integral de la persona humana, no me parece de justicia.
 Que yo sepa, en ningún vicariato de la amazonía, Esmeraldas o Galápagos está el Opus Dei, que parece estás cuestionando en tu artículo, y tampoco creo que el presidente Correa sea miembro numerario de esa prelatura.  Sé, por el contrario, que el Economista Correa fue un catequista y voluntario salesiano, en la misión de Zumbahua.  Pero en fin, eso no creo que revista importancia para lo que quería expresar, y que lo hago desde mi responsabilidad de cristiano laico, comunicador, pero sobre todo ciudadano que prefiere no mirar la realidad solo con un cristal, porque la realidad es muy amplia. Creo sí que los cristianos debemos comprometernos más en la construcción de esa sociedad de justicia y fraternidad, y al menos desde mis posibilidades y esfuerzos seguiré en ese compromiso, para lograr que en nuestro país vivamos el Sumak Kawsay, o lo que desde nuestra doctrina social nos pide trabajar por el bien común y la vida digna para todos y todas.
 Un abrazo fraterno,
 Pepe Mármol
EL OMNIPOTENTE,  OMNISCIENTE Y  OMNIPRESENTE  CORREA.
Por: Myriam Valdivieso Cox
1707882997
Omnipotente, omnisciente y omnipresente, términos  inentendibles  para el  pensamiento de mis siete años;  estudiaba por tradición de la familia  en una escuela Católica ,donde hacían un esfuerzo cargado de represión  y miedos  para que comprendiera  que había un Dios que estaba en todas  partes, que era todopoderoso, que todo lo podía, que era la  autoridad absoluta  y que todo  lo sabia, es decir hasta las mentiras y  picardías de guaguas; pero nunca lo veía, y eso no importaba, debía creer en él, sentir amor  y obedecerle, porque él  estaba sobre la autoridad  de mis padres, de la escuela ,  de los adultos.
Ese es mi recuerdo; y me supongo el recuerdo de un infante amazónico, de Esmeraldas o  Galápagos, al que de pronto le desconocen su verdad y su Dios, transgreden su cultura y   el sentir del agua, de la selva, de la montaña, del mar, del viento, los dioses, sus Dioses,  que acompañaron a sus padres y abuelos, y que son nada  frente al  omnipotente, omnipresente y omnisciente.
No, no me refiero a Correa que es probable se sienta un Dios, me refiero a ese Dios de la evangelización y las misiones, ese Dios que  penetra en la Amazonía  con la biblia y la cruz para desautorizar al jaguar, a la serpiente, a la naturaleza, y que  llega  porque así  decidieron otros por ellos, quienes firmaron el 24 de julio de 1937 el Modus Vivendi entre Ecuador y la Santa Sede, eso es amistad y diplomacia con el Vaticano y su Papa, ante quien Correa se arrodilla y besa la mano pidiendo bendiciones. Ese mismo Correa que hoy  expide el decreto 1780, para renovar el “contrato con las misiones católicas, con las diócesis y vicarías”, porque ahora me entero que las misiones católicas han tenido suscritos <contratos> con el Gobierno Nacional  y nunca, en ninguna cadena nacional  la “Revolución Ciudadana” mentó este tema,  pues ante el país sus  arengas son Alfaristas.
Lo firmaron  con el silencio cómplice de quien sabe que está haciendo algo incorrecto, porque su discurso ante el pueblo es liberal y su proceder en Carondelet  es  conservador, porque no se puede revelar ante el país como miembro del Opus Dei  si es seguidor de Chávez, vaya contradicción. Nunca  podría mentar este hecho en una de sus insulto-cadenas  porque él  defiende el laicismo Alfarista; jamás podría dejar de mentar a los niños de su patria a quienes quiere ver libres  de la explotación pelucona según dice, pero nunca librepensadores para entender  las ataduras filosóficas y de clase que vienen con la evangelizació n religiosa.
Y habla  de  identidad,  de respeto a los pueblos y nacionalidades indígenas; quiere sacarles de la ignorancia, de la vida salvaje,¿ y cómo? Evangelizándoles con un decreto que disfraza  la verdadera intención, que desprende del Estado sus competencias para educar, brindar salud, dotar de infraestructura a las zonas más alejadas del país; y claro más fácil es entregar esta tarea a las Misiones para que ellas hagan lo que Correa no quiere hacer, porque él no es  de “izquierda infantil”,  es claramente de formación jesuítica.
Y  toda esta santa tarea está acompañada de concesiones para frecuencias de radio y televisión  como señala el literal l) del decreto: “Conceder a las Misiones la licencia a fin de obtener frecuencias  e instalar libres de derechos e impuestos, estaciones de radio y televisión……., en todos los centros Misionales, en su domicilio en Quito o en otras ciudades de la República...”. Es decir el control de la palabra, del pensamiento. ¿Es acaso ésta la profundización de su Revolución o la involución de la propuesta?
 Vaya contradicción.