Estimada
Miryam:
No sé si esta respuesta mía puedas llegar a
leerla. Sin embargo siento la necesidad de expresar algunas palabras que
me ha suscitado la lectura interesante de tu artículo fresco y cuestionador (para
quienes se interesen por esa lectura podrán encontrarlo al final de este texto).
No sé si me recuerdes. Pero eso no tiene
importancia. Debes saber que ante todo soy un cristiano que pretendo
vivir mi fe también como una rica herencia familiar, pero que ha ido creciendo
e ilustrándose en el día a día, con lecturas no solo doctrinarias o teológicas,
sino, sobre todo, interesándome por vivir el Evangelio de la solidaridad, la
justicia, la libertad, la paz; por procurar ser constructor, desde mis
flaquezas y debilidades, de la sociedad en la que todos seamos iguales; por
construir con mis pequeñas acciones, actitudes y compromisos el Reino de Dios
en esta tierra en que vivimos. Soy de los que creemos que la vida digna
para todos y todas o la búsqueda del bien común de que habla nuestra doctrina
social de la Iglesia, está reflejada en la nueva constitución que nos cobija a
todos y todas
Tuve la suerte de conocer a Monseñor Proaño, y
soy admirador de su vida y obra. Soy de los cristianos que creemos que
sí, en nuestra Iglesia, hacen falta cristianos comprometidos a dar hasta la
vida, como un monseñor Oscar Arnulfo Romero. Yo mismo, a pesar de mi
pobre compromiso, creo estar muy lejos de lo que estos grandes profetas de la
liberación y la justicia de nuestros pueblos hicieron y nos dejaron su
ejemplo. Pero ya ves, qué dificil es vivir el Evangelio en toda su
dimensión. No pretendo ahondar en otras referencias, porque sé que tú
conocerás también quien fue Dom Helder Cámara, Monseñor Enrique Angelelli,
Monseñor Gerardi, por citarte solo algunos de los que para nuestra generación
pueden resultarnos conocidos.
Ahora mismo estamos celebrando el bicentenario
del Primer grito de la independencia, y es de justicia tener presente que entre
esos precursores de la libertad estuvieron también sacerdotes y obispos; y si
queremos ir más atrás, nadie podrá negar el rol que cumplió Fray Bartolomé de
las Casas, en fin. Como ves, querida Myrian, la historia no solo tiene
páginas oscuras, y la religión y las misiones no es que hayan destruido la
nacionalidad (nacionalidades?).
De ninguna manera pretendo desconocer que los
inicios de la evangelización en nuestro continente tuvo sus páginas por las que
el recordado Papa Juan Pablo II ya pidió perdón; pero de ahí a desconocer que
la Iglesia ha sido la gran defensora de los derechos, sobre todo de los más débiles
y excluidos, me parece una injusticia. Hay que acercarse a los grandes
documentos del magisterio latinoamericano, como Medellín, Puebla, y últimanente
Aparecida, para ver que la Iglesia sigue preocupada de los grandes problemas
sociales que azotan a nuestros pueblos. Has reparado, querida Myrian
cuánto ha hecho nuestra iglesia para procurar acortar esa brecha escandalosa
entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen nada?.
Es preciso saber cuánto han hecho misioneros por
rescatar y preservar la cultura de nuestros pueblos indígenas de la
amazonía. No voy a abundar en nombres. Sabes quien fue monseñor
Alejandro Labaka?, la hermana Inés Arango?; conoces los aportes del padre
Cabodevilla?, Padre Juan Botasso? Sabes cuál ha sido el aporte de las misiones
a la educación y defensa de las culturas originarias de nuestros pueblos de la
amazonía?
La fe no se la impone con la espada, como pudo
haber sido en una época de los inicios de la evangelización. Vivimos,
gracias a Dios, en un país en donde se puede ejercer con libertad el derecho a
creer o no creer en Dios, y quienes queremos vivir nuestro cristianismo dando
testimonio con nuestras pequeñas acciones y actitudes, somos libres de
compartir nuestra fe con quienes quieran escucharnos o acompañarnos, sin
ninguna imposición.
Soy también crítico de nuestro presidente, pero
de ninguna manera puedo dejar de reconocer sus esfuerzos por construir una
sociedad más justa y solidaria; por distribuir de manera más equitativa la
enorme riqueza de nuestro pueblo. Creo que no es perfecto, pues tiene sus
errores, pero de ahí a cuestionar un decreto que lo que hace es aportar para
que las misiones sigan ofreciendo su esfuerzo para la educación, la cultura, la
promoción humana integral de la persona humana, no me parece de justicia.
Que yo sepa, en ningún vicariato de la amazonía,
Esmeraldas o Galápagos está el Opus Dei, que parece estás cuestionando en tu
artículo, y tampoco creo que el presidente Correa sea miembro numerario de esa
prelatura. Sé, por el contrario, que el Economista Correa fue un
catequista y voluntario salesiano, en la misión de Zumbahua. Pero en fin,
eso no creo que revista importancia para lo que quería expresar, y que lo hago
desde mi responsabilidad de cristiano laico, comunicador, pero sobre todo
ciudadano que prefiere no mirar la realidad solo con un cristal, porque la
realidad es muy amplia. Creo sí que los cristianos debemos comprometernos más
en la construcción de esa sociedad de justicia y fraternidad, y al menos desde
mis posibilidades y esfuerzos seguiré en ese compromiso, para lograr que en
nuestro país vivamos el Sumak Kawsay, o lo que desde nuestra doctrina social
nos pide trabajar por el bien común y la vida digna para todos y todas.
Un abrazo fraterno,
Pepe Mármol
EL OMNIPOTENTE, OMNISCIENTE Y OMNIPRESENTE CORREA.
Por: Myriam Valdivieso
Cox
1707882997
Omnipotente, omnisciente y omnipresente, términos inentendibles
para el pensamiento de mis siete años; estudiaba por tradición de
la familia en una escuela Católica ,donde hacían un esfuerzo cargado de
represión y miedos para que comprendiera que había un Dios
que estaba en todas partes, que era todopoderoso, que todo lo podía, que
era la autoridad absoluta y que todo lo sabia, es decir hasta
las mentiras y picardías de guaguas; pero nunca lo veía, y eso no
importaba, debía creer en él, sentir amor y obedecerle, porque él
estaba sobre la autoridad de mis padres, de la escuela , de los
adultos.
Ese es mi recuerdo; y me supongo el recuerdo de un infante amazónico, de
Esmeraldas o Galápagos, al que de pronto le desconocen su verdad y su
Dios, transgreden su cultura y el sentir del agua, de la selva, de
la montaña, del mar, del viento, los dioses, sus Dioses, que acompañaron
a sus padres y abuelos, y que son nada frente al omnipotente,
omnipresente y omnisciente.
No, no me refiero a Correa que es probable se sienta un Dios, me refiero a
ese Dios de la evangelización y las misiones, ese Dios que penetra en la
Amazonía con la biblia y la cruz para desautorizar al jaguar, a la serpiente,
a la naturaleza, y que llega porque así decidieron otros por
ellos, quienes firmaron el 24 de julio de 1937 el Modus Vivendi entre Ecuador y
la Santa Sede, eso es amistad y diplomacia con el Vaticano y su Papa, ante
quien Correa se arrodilla y besa la mano pidiendo bendiciones. Ese mismo Correa
que hoy expide el decreto 1780, para renovar el “contrato con las
misiones católicas, con las diócesis y vicarías”, porque ahora me entero que
las misiones católicas han tenido suscritos <contratos> con el Gobierno
Nacional y nunca, en ninguna cadena nacional la “Revolución
Ciudadana” mentó este tema, pues ante el país sus arengas son
Alfaristas.
Lo firmaron con el silencio cómplice de quien sabe que está haciendo
algo incorrecto, porque su discurso ante el pueblo es liberal y su proceder en
Carondelet es conservador, porque no se puede revelar ante el país
como miembro del Opus Dei si es seguidor de Chávez, vaya contradicción.
Nunca podría mentar este hecho en una de sus insulto-cadenas porque
él defiende el laicismo Alfarista; jamás podría dejar de mentar a los
niños de su patria a quienes quiere ver libres de la explotación pelucona
según dice, pero nunca librepensadores para entender las ataduras
filosóficas y de clase que vienen con la evangelizació n religiosa.
Y habla de identidad, de respeto a los pueblos y
nacionalidades indígenas; quiere sacarles de la ignorancia, de la vida
salvaje,¿ y cómo? Evangelizándoles con un decreto que disfraza la
verdadera intención, que desprende del Estado sus competencias para educar,
brindar salud, dotar de infraestructura a las zonas más alejadas del país; y
claro más fácil es entregar esta tarea a las Misiones para que ellas hagan lo
que Correa no quiere hacer, porque él no es de “izquierda infantil”,
es claramente de formación jesuítica.
Y toda esta santa tarea está acompañada de concesiones para
frecuencias de radio y televisión como señala el literal l) del decreto:
“Conceder a las Misiones la licencia a fin de obtener frecuencias e
instalar libres de derechos e impuestos, estaciones de radio y televisión…….,
en todos los centros Misionales, en su domicilio en Quito o en otras ciudades
de la República...”. Es decir el control de la palabra, del pensamiento. ¿Es
acaso ésta la profundización de su Revolución o la involución de la propuesta?
Vaya contradicción.
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