José Nelson
Mármol
Mientras las
máximas autoridades de la Conferencia Episcopal
Ecuatoriana asumieron sin vacilaciones una posición de rechazo
abierto al proyecto de nueva constitución, con la justificación de que
algunos textos contradicen cuestiones "no negociables" como el
aborto, la familia, la educación y la libertad religiosa, una gran mayoría del
pueblo ecuatoriano ha decidido dar un SI a la propuesta constitucional.
Muchos
hermanos y hermanas en la fe con los que podido conversar sobre este tema,
incluyendo algunos sacerdotes y religiosas, se han mostrado extrañados por
la posición radical asumida por la jerarquía, porque entienden, por el
contrario, que la nueva Constitución Sí garantiza una mayor igualdad en
la sociedad que encaminaría a la construcción de una sociedad "justa y
fraterna" de que nos habla la Doctrina Social de la Iglesia.
Una
demostración de esta visión diferente a la que expresan nuestros obispos frente
al tema constitucional es la declaración realizada días atrás por varios
sacerdotes y religiosas de la Arquidiócesis de Cuenca, en la que se
expresa de manera directa el espíritu cristiano y solidario del nuevo proyecto
de Constitución, y ha cuestionado la posición asumida por la arqudiócesis de
Guayaquil que convocó a misas campales y procesiones para expresar la
inconformidad con el texto constitucional que será sometido a referéndum, el 28
de septiembre próximo.
Sin
vacilaciones, los sacerdotes cuencanos señalan su "inconformidad con
las posturas de un sector de la Iglesia, concretamente de la Arquidiócesis de
Guayaquil, por su convocatoria a procesiones, misas campales, uso de imágenes
religiosas, leyendas en los templos y utilización de los sentimientos y
expresiones de nuestro pueblo, como
supuesta catequesis, en clara alianza con manifiestos intereses de los grupos
de poder, olvidándose que nosotros sacerdotes y demás fieles también somos
Iglesia".
Por ello, asumiendo con
entreza el "deber y el derecho de orientar e iluminar las conciencias con
el Evangelio, proclamándolo con libertad y dando su juicio moral en todo lo que
atañe a los derechos fundamentales de las personas y los pueblos", los
sacerdotes se identifican contrarios a las "alianzas con grupos de
poder económico y político, que no dudan en usar el nombre de Dios en
vano...", y reconocen que algunos "sacerdotes y religiosas" han
"acompañado y apoyado este proceso, en busca de las transformaciones
necesarias que permitan el bien común".
Comprometidos con ese
deber cristiano de construir esa nueva sociedad de justicia y fraternidad,
muchos católicos votarán SI el próximo 28 de septiembre.
EL CLERO DE CUENCA EN SUS EJERCICIOS ESPIRITUALES: A FAVOR DE LA VERDAD
Es un deber cristiano discernir a la luz de la Buena Nueva, del Evangelio,
los llamados de Dios en la Historia, "los signos de los tiempos",
para actuar a la manera de Jesús y de su proyecto del Reino.
Creemos firmemente que como Iglesia tenemos el deber y el derecho de
orientar e iluminar las consciencias con el Evangelio, proclamándolo con
libertad y dando su juicio moral en todo lo que atañe a los derechos
fundamentales de las personas y los pueblos.
El mensaje auténticamente cristiano no puede apartar a los hombres y
mujeres de las tareas del bien común. El documento de la Iglesia de América
Latina publicado en Aparecida, nos llama a asumir los desafíos políticos, las
responsabilidades públicas y propone rehabilitar la ética en la política,
economía y comercio, impulsando nuevos caminos creativos a fin de responder a
los desafíos, transformando las situaciones actuales.
Todo proceso evangelizador implica promoción humana y auténtica
liberación (Documento de Aparecida Nro. 406). De la misión religiosa de la
Iglesia derivan, pues, funciones, luces, energías, que sirven para consolidar
la comunidad humana según la Ley Divina, sin atentar la autonomía de lo
temporal.
Todos estos enunciados exigen una espiritualidad de servicio al
estilo de Jesús, buscando que su amor y los signos del Reino se expresen en
las estructuras sociales, políticas, económicas y
culturales.
En los últimos años, la decadencia de los modelos de Estado, la
corrupción, la carencia de ideologías y proyectos sociales, en el nuevo
contexto global, ha llevado a la clase política al uso y abuso del nombre de
Dios, de la fe y religiosidad de los pueblos, utilizando el peso social de las
iglesias y el imaginario simbólico del pueblo para justificar sus
proyectos económicos y políticos; este fenómeno es muy notorio en el mundo
actual.
Manifestamos nuestra inconformidad con las posturas de un sector de la
iglesia, concretamente de la Arquidiócesis de Guayaquil, por su
convocatoria a procesiones, misas campales, uso de imágenes religiosas,
leyendas en los templos y utilización de los sentimientos y expresiones de
nuestro pueblo, como supuesta catequesis, en clara alianza con manifiestos
intereses de los grupos de poder, olvidándose que nosotros sacerdotes y demás
fieles también somos Iglesia.
Nuestra identidad nos aleja de alianzas con grupos de poder económico
y político, que no dudan en usar el nombre de Dios en vano y que hacen aparecer
sus acciones como frutos de la voluntad de Dios o a favor de la
"Obra de Dios".
En nuestras parroquias, los fieles en sus hogares y reuniones, los
grupos cristianos dedicaron muchas horas a la oración, a la reflexión
y presentaron múltiples propuestas a la Asamblea Constituyente, las
mismas que han sido recogidas en el texto de la Nueva Constitución. Sacerdotes
y religiosas hemos acompañado y apoyado este proceso, en busca de las
transformaciones necesarias que permitan el bien común.
Creemos desde el corazón de Dios que es nuestro deber comprometernos con la
construcción de una nueva sociedad donde la noche resulte corta para dar
gracias por el nuevo día.
SACERDOTES DE LAS VICARÍAS URBANA, SUBURBANA, ORIENTAL, DEL SUR,
ÍNDIGENA Y MISIONERA DE LA ARQUIDIÓCESIS DE CUENCA.
SE ADHIEREN A ESTA DECLARACION: LA COORDINADORA NACIONAL DE LA IGLESIA DE
LOS POBRES. NÚCLEOS DE AZUAY, CAÑAR, EL ORO, PICHINCHA, TUNGURAHUA,
Y ZAMORA.
Ballenita, 11 de septiembre de 2008.
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