José
Nelson Mármol
En
momentos en que Ecuador se encamina con paso firme y decidido en un proceso de
cambio para construir una sociedad de justicia y fraternidad, aún en medio de
los miedos que siembran quienes todavía se resisten a los cambios, o lo que es
lo mismo, se resisten a perder sus privilegios, la Asamblea Nacional
Constituyente, en la víspera de concluir su trabajo de elaborar la nueva
Constitución, en la sesión del 24 de julio, sacó del baúl del olvido la figura
de Monseñor Leonidas Proaño y lo declaró como “Personaje Símbolo Nacional y
ejemplo permanente para todas las generaciones”.
La resolución de la Asamblea Constituyente
declara también como fecha cívica nacional el 29 de enero de cada año, en que
se recuerda el natalicio del recordado “Obispo de los Indios”, así como
resolvió crear la Condecoración Monseñor Leonidas Proaño, que será entregada
por el Gobierno Nacional, a las personas o instituciones que con sus
actividades se dediquen a promover los derechos, principios y valores de las
Naciones Indígenas, a las cuales Monseñor Proaño consagró su vida. Este
homenaje llega a los veinte años de su partida.
¿Cómo recibiría Monseñor Proaño esta
resolución de nuestros Asambleístas? Pues sin dudarlo, desde el
cielo, donde mora junto a otros grandes profetas de la liberación y la
justicia, como Fray Bartolomé de las Casas, Mons. Romero, Mons. Angelelli,
Mons. Hélder Cámara, Mons. Gerardi, entre otros, su respuesta sería que
nunca ha buscado el reconocimiento del Estado, y que su trabajo solo quiere
“seguir a Cristo hasta sus últimas consecuencias”, asumiendo su compromiso con
“el proceso de liberación cristiana de un pueblo oprimido y explotado”, como lo
expresara en 1974, en el acto de solidaridad con el pueblo
chileno.
De hecho, Nidia Arrobo, quien durante años
fue su colaboradora más cercana, y que ahora es la responsable de llevar
adelante la Fundación Pueblo Indio, una de las tantas obras de Monseñor Proaño,
expresó que más que con la declaración de la Asamblea, Monseñor Leonidas Proaño
estaría más que satisfecho con el hecho de que la Asamblea Constituyente
incluyó la Plurinacionalidad y el idioma quichua y shuar como idiomas oficiales
de relación intercultural.
Lo cierto es que Monseñor Proaño, el
“Obispo de los Indios” o el “Obispo rojo”, como le calificaban con desprecio
los poderosos y conservadores, seguirá siendo el Pastor y Profeta que sigue
animándonos a quienes creemos como Él que “Confesarse católico debe equivaler a
confesarse cristiano. El Cristiano es un seguidor de Cristo en el cumplimiento
de su obra salvadora. Cristo vino a salvarnos de toda esa maraña que
esclaviza a los hombres y que está constituida por los tentáculos de la
codicia, del poder, del dinero, de la dominación, de la soberbia, de la
prepotencia, de la crueldad, de la injusticia, del desprecio a los débiles, de
la explotación del hombre por el hombre, de la opresión, de la privación de la
capacidad de hacernos libres y de otros tentáculos como estos. Tentáculos
que hoy, para muchísimos pueblos, constituyen la maquinaria llamada
capitalismo. Ser cristiano de verdad, entonces, es comprometerse a luchar
contra ese monstruo del capitalismo para conquistar la liberación de todo el
hombre y de todos los hombres”.
La Asamblea Nacional Constituyente hizo
justicia con ese gran profeta de la liberación, con nuestro Pastor que por
siempre será ese “Personaje Símbolo Nacional y ejemplo permanente para todas
las generaciones”. Su fe, su compromiso seguirá iluminándonos a quienes
desde nuestros particulares y comunitarios esfuerzos buscamos también construir
esa sociedad de justicia y fraternidad.
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