Por José Nelson Mármol
Guido Convents |
Su
mundo, su pasión es el cine. Casi no hay momento en que no comente
algo sobre cine: Festivales, películas, directores, actores,
investigaciones, datos históricos, publicaciones, en fin. Cuando habla
de cine, Guido Convents -un comunicador belga de 56 años- vibra y se
emociona. Dice que el cine le cautivó desde muy niño. Recuerda que
cuando apenas tenía tres años su padre lo llevaba a la única sala de
cine de su pueblo, y desde ahí no ha dejado de mirar películas.
“El
día más largo de la historia”, filme que documenta una parte de la
segunda guerra mundial, es una de las películas que despertó su interés
por la cinematografía que registra hechos históricos, y su irrevocable
vocación a la investigación e historia del cine.
En su estancia en
Roma, para participar de la Reunión del Consejo de Administración de la
Asociación Católica Mundial para la Comunicación Social, que se realiza
del 7 al 12 de noviembre de 2011, Guido comenta sobre algunos de sus
trabajos. es director de comunicación y coordinador de Cinema Desk, de
Signis mundial; secretario de la prensa cinematográfica de Bélgica,
Presidente de los festivales de cine de África y Árabe, entre otras
responsabilidades.
Viste un abrigo ¾, color marrón, su inseparable
laptop en la que va archivando un sin fin de fotografías de directores,
actores, afiches de películas y documentos. Cual Sherlock Holmes - el
afamado investigador creado por Sir Arthur Conan Doyle, en 1887- dice
que no quiere perder la oportunidad para ingresar a los archivos
secretos del Vaticano y buscar información sobre la visión de la Iglesia
y el Cine. A primera hora del lunes 7 de noviembre sale con esa
misión. Entrada la noche regresa con una expresión de satisfacción en
su rostro porque dice haber encontrado importantes datos para incluirlos
en el nuevo libro que prepara: “Cine, valores, católicos, y política
internacional”, y otro sobre la fundación de la Organización Católica
Internacional de Cine, OCIC, en 1928.
Su vena de cinéfilo se
refleja en la abundante producción. Ha escrito centenares de artículos
de crítica cinematográfica y es autor de 9 libros, todos ellos sobre
historia del cine. Su más reciente obra es un libro de 975 páginas
sobre la historia del cine de Mozambique, en el que se documenta toda la
producción cinematográfica de este país africano.
Comenta que
no le resulta posible archivar todas las películas que quisiera, pero en
su casa conserva más de mil doscientos largometrajes, y dispone de una
pequeña sala de cine, aunque siempre prefiere la gran pantalla y el
sonido que solo es posible disfrutarlo en las grandes salas de cine.
“Para
nosotros el cine es una ventana al mundo”, dice Guido, al recordar que
casi nunca pagó para entrar al cine, pues desde muy joven organizaba
jornadas para mirar y analizar las películas en su barrio, en la
parroquia, en el colegio, y por ello conseguía entradas de cortesía.
“Desde entonces empecé a reflexionar de qué manera el cine impactaba en
la vida de la gente, cómo el cine ha transformado la vida de la gente”.
Cuando
se le pregunta sobre el número de películas que ha visto en su vida,
Guido no duda un instante en reconocer que esa es una interrogante de
difícil respuesta. De lo que sí tiene la certeza es que al año mira no
menos de 500 películas, lo que quiere decir que ve más de una película
por día. Y “cuando tenía entre 30 y 40 años miraba entre mil y dos mil
películas por año”. Ello explica su experticia en el séptimo arte.
“Como
soy historiador, me gustan mucho las películas que cuentan historias de
la historia”, dice Guido Convents, quien dice que entre estas su
preferencia se orienta al cine no occidental, sobre todo al de Egipto,
África o América Latina –Cuba o Argentina.
“El cine de Hollywood
es bien hecho, pero yo no quiero comer solo hamburguesas; prefiero otras
comidas” dice metafóricamente, y agrega que en la producción de
Hollywood no se puede separar la ideología, y que el cine americano
(EEUU) se caracteriza por la exclusión de pueblos y culturas que no son
los suyos, lo que contribuye a deformar la historia o segmentarla y
parcializarla. Por ello prefiere ver las cintas que tienen otras
narrativas, otras historias y reflejan otras culturas; aquel cine que
“presentan una visón de la sociedad más justa, solidaria, que lucha en
defensa de los derechos humanos y contra la deshumanización de la
sociedad”.
Al hablar sobre el cine latinoamericano, Guido expresa
que ha mirado con satisfacción que con ocasión de la celebración de los
500 años del supuesto descubrimiento de América hubo películas que
derrumbaron esa creencia impuesta durante centenares de años, y se contó
la verdad que se había ocultado, “que América no fue descubierta hace
500 años, sino que era un continente que existía desde muchísimo antes
que llegaran los españoles”.
Guido asiste casi al año a no menos
de diez festivales de cine, en varios países, y de varios continentes, y
es infatigable en investigar todo cuanto pueda sobre lo que llama el
otro cine. Es una enciclopedia abierta y viviente al mundo del cine. Su
vida es una vida que merece ser llevada a la gran Pantalla. Así es
Guido Convents, un personaje.
En Roma, José Mármol.
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